Abrió los ojos pensando que sus
sueños se quebrarían, que al atravesar la luz de la mañana por sus pupilas, el
mundo que tanto trabajo le costó crear durante la noche se hundiría en el
olvido, perdido entre las marañas neuronales que a diario le exigían sorbos de
café como si se tratase de gritos desesperados de libertad, pero no fue así,
aun con los pies plantados sobre lo que creyó era el piso frío de su habitación,
se dispuso a levantar la mirada y se encontró con una realidad exterior
idéntica a la interior, no era el frío del suelo bajo sus pies, era la frescura
de una nube en la que se encontraba suspendido.
– ¿Habré muerto?– Se preguntó.
Se pellizco la cara, le dolió, se
mordió la lengua, y ahogó un grito de dolor... Se sentó un rato pensando: ¿Por
qué sólo dolor me relacionaría con estar vivo? Se levantó buscando aves que
volaran cerca de él y fue tras ellas, tomó una pluma que se había desprendido
de una ala tras perseguirlas a toda velocidad, la pasó suavemente por su oído,
la nariz y las plantas de los pies, las cosquillas le hacían reír bastante, esa
sensación de alegría le tranquilizó un poco, pero luego recordó que también hay
sueños tan felices que te hacen despertar sonriendo, no podía únicamente
confiar en esa sensación para afirmar que aún tenía vida o peor aún, que no
había despertado, así que pensó –Al cerrar los ojos debo dejar de ver esto y
todo debe ser oscuridad– a veces para despertar de un sueño debes dormirte en él
y confiar en que despertaras en esta dimensión y no en un sueño aún más
profundo, así que cerró los ojos... se asustó, vio que no hubo tal efecto,
seguía percibiendo lo mismo que con los ojos abiertos, tal vez porque los dos
universos externo e interno se habían vuelto uno. Su cuerpo comenzó a enfriarse
rápidamente, sintió que una pesadilla comenzaba a surgir y poco a poco el miedo
fue paralizando sus movimientos; se hundía lentamente entre las nubes hasta
aterrizar en medio de un pastizal bordeado de montañas.
Así estuvo varias horas, sin
poder moverse tan solo pensando en escapar de ahí, despertar o por fin morir,
hasta que se dijo para sus adentros –Por miedo no he logrado tantas cosas en mi
vida, ¿no es esta la sensación que nos hace despertar para poder sobrevivir a
los peligros, la que desata ríos de adrenalina en la sangre para hacernos
saltar hacia la vida?– No había sido el dolor,
tampoco la alegría de corretear aves en el cielo y hacerse cosquillas, el miedo
parecía ser una respuesta lógica para confirmar su estado de lucidez, pero
había un hueco en esa teoría: ¿no había sido entonces una pesadilla, era un
temor real al sentirse expuesto a todo, sin esa dicha de esconderse tras la
cortinas de unos ojos bien cerrados?
Comenzó a llorar, ¿de verdad
quería ese sueño hecho realidad? No se había sentido tan triste en muchos años
como se sentía ahora, estaba decepcionado, con cientos de dudas circundado por
su mente, incluso sentía que si no mantenía la calma la ira podría apodarse de
él y entonces cualquier tipo de cosas podrían suceder escapándose de su
control, arrancarse los ojos, partirse las venas, tragar cianuro o explotarse
las entrañas. En medio de su desdicha imágenes comenzaron a flotar frente a él,
aromas inundaban el ambiente, por momentos detenía su mirada en una imagen
reconocía rostros, siluetas borrosas de gente que sabía estaban cerca suyo, no
en la distancia sino en el corazón, también llegaba a percibir algún perfume
entraba por su nariz y lo transportaba a otras épocas de su vida, incluso a la
noche anterior antes de irse a la cama a dormir y al apagar el interruptor de
la luz, deseó que sus sueños se pudieran materializar, que el mundo fuera como él
lo veía cada vez que bajo sus sabanas emprendía el viaje a todos esos lugares extraños
y fascinantes. Fue cuando sin buscar más entre todos esos rostros apareció uno
que le dio un vuelco a su corazón, pudo percibir también su aroma, todo parecía
desaparecer a su alrededor, solo eran ellos dos en medio de ese mundo, se
miraron frente a frente y se sonrieron desde el alma, con suavidad fueron
acercando sus manos para amarrarse en un abrazo, era como mirar la colisión de
dos estrellas que están a millones de años luz que parece que exploran
lentamente desde tiempos inmemoriales, y ahí estaba, la respuesta que había buscado
todo este tiempo, amor… amor… lo sabía… amor… amor… despierta que ya es tarde,
debes ir a trabajar.
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