martes, marzo 29, 2011

Abismo blanco.

(2005)

Espero sea tu voz la que escucho,
esa que se acerca con pasos inseguros,
moviendo el aire cuidadosamente
antes de avanzar otro poco,
deslizando sus pequeños pies
como si caminara sobre hielo.

Dime que ese murmullo entre los arboles
no es tu llanto que rompe los cristales del silencio.

Dime que no es por locura
que te escucho siempre acercándote,
que estas paredes blancas no guardan
el recuerdo de tu bello rostro,
que los gritos que escucho
no son el eco de tu voz
escurriéndose en los pasillos.

Querida hija mía:

¿Puedes leer en mis ojos aturdidos
esa palabra que por las noches
siempre te hacia dormir tranquila?

Ahora estoy ante este tribunal inquisidor,
buscando los retazos de mi alma
entre la multitud.

¿Por qué estrangularlas?, preguntó el juez.

Alguien robo mi pequeña planta,
la tomaron de mi ventana,
esa planta guarda mi espíritu
y me despojaron de ella.

¿Por qué tenía que perder la razón?

No entiendo lo que sucedió,
apenas llegó la noche
y no supe de mí,
una ira espesa nubló mis ojos,
corrí hasta que encontré a esas jóvenes
jugando en el callejón,
intercambiando flores
y riendo entre ellas,
no lo pude soportar.

Para cuando recupere la visión,
ya estaba en prisión,
donde dicen que mordí a un guardia
hasta arrancarle la nariz;
como saber que no son mentiras
las que me dicen esos hombres
de bata blanca.

¿Lo sabes?

Dime que no es tu voz la que ya se aleja,
esa que suena con odio y rencor,
dime que no son esas tus pisadas,
las que retumban por los corredores,
dime que esas jeringas no son
para envenenarme más,
solo dímelo una vez,
antes de que te pierda
y me pierda por completo,
en este abismo pintado de blanco.

(Reeditado 2011 - DCh.)

1 comentario:

Alas rotas dijo...

Volverte a leer es como renacer...