!Oh muerte que un día me proclamaste príncipe,
hoy me arrojas como rey exiliado, fuera del mundo!
Ayer dialogabas conmigo
y las rosas parecían abismos purpurasdevorando los sonidos de la noche,
no quería ser uno más de los demás
ni siquiera ser yo mismo;
planteabas la idea del "no ser"
y cuando te pregunté: ¿Qué sería?
tu voz se volvió sepulcro,
¿Cómo es que pueda no ser,
si aún no alcanzo a ser yo mismo?
!Ay mi muerte!
¿Dónde tienes la cabeza,
y donde el corazón?
Te enamoraste de un demonio
y por despecho quieres acabar con la humanidad;
olvídate de las tinieblas,
del mar nocturno,
no imites más a la luna
con su pálido rostro de conejo crucificado.
Conviértete en un niño, ¡Llora!
y desde tus lagrimas aprende a ver la inocencia,
maravíllate con el abrir
y cerrar de tu mano
junto con todo lo que puede crear.
Muerte que sigues cargando tu pasado,
deja de afligirte y sepúltalo,nunca seremos más de lo que somos,
porque ya somos infinitos.
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