martes, febrero 12, 2013

Las ventajas de haber sido confundido con la menopausia.

Durante mucho tiempo en mi infancia me intrigó un fenómeno recurrente que sucedía en la casa de mis padres, no sé si a muchos les sucede, aunque sé que quienes tengan esta incertidumbre que yo tuve, todavía no tendrán edad suficiente para entrar a leer esto, y con ello quizás resolver el misterio. Yo fui un niño al que le gustaba construir mundos internos, crear lenguas extranjeras que no se hablan en ningún lugar del mundo, pero que yo creía que habría un país donde si me entenderían  y sería incluso un sabio reconocido, por poco sabio que resultara en sí esa afirmación, usualmente estaba inmerso en batallas interplanetarias, o siendo el dios de algún pueblo de canicas, y castillos hechos de cassettes, pero algo siempre me hacía salir de ese internamiento de fantasías: el escuchar las carcajadas de mis hermanos en la cocina, que en mi familia es el lugar central donde todo ocurre; era un llamado a ir a explorar esa alegría reventada como un globo lleno de agua que lo empapa todo, pero al llegar todo se transformaba en silencio, ni una palabra, ni una gota de agua, a veces preguntaba por qué reían, otras veces sólo regresaba jalando a mi cuerpo que prefería esperar a que otra cosa pasara, para  seguir platicando con los rostros formados en el mármol del piso de la sala. No pasaba ni un minuto cuando volvían las risas y las carcajadas, de nuevo corría a la cocina y de nuevo todo enmudecía.  
Esto ocurrió no sé por cuánto tiempo, pero sin que eso me llegara a afectar descubrí con el tiempo lo valioso que puede llegar a ser que las personas puedan guardar algo de silencio de vez en cuando, así como a encontrar tus propias risas, y las de quienes se reúnen contigo para pasar un buen momento. El silencio puede ser un gran aliado, porque entre menos parloteo haya a tu alrededor mejor puedes escuchar a la persona que está delante de ti moviendo los labios, haciendo que de su corazón surjan las palabras que está poniendo en tus manos, sobra decir que no es un trabajo fácil y por lo mismo no debe de subestimarse o demeritarse semejante esfuerzo; también ayuda para puedas escuchar lo que está dentro de ti, no sólo encontraras tus palabras, también iras descubriendo que las cadenas genéticas tienen secretos para ti, y te hablan de lo que esta atrás en tu historia, puedes considerarlas un cuento de hadas o bien tratar de entenderlas y hacer algo con lo que te revelan, eso está en tus propias manos.
Otra cosa que aprendí durante esos años, fue lo que yo considero es la máxima expresión del poder del silencio, que puede resultar lo más contradictorio del mundo, y es que la Música es esa maravillosa danza de dualidades entre las notas y las pausas del silencio, o la ausencia de sonido, acomodadas de maneras infinitas para crear montones de sensaciones en nosotros, teniendo el poder de hacernos cantar o ponernos a llorar en silencio mientras suena la música melancólica, trayéndonos un sinfín de imágenes y recuerdos.
Un día mi madre me contó que ella no esperaba tener un hijo más, así que cuando se embarazó de mi creyó que por los años era más probable que fuera menopausia, uno puede no dejar de pensar en el hecho de haber sido un hijo no deseado, pero esta idea la sobrepasa el  hecho de haber tomado forma en un punto parecido al ojo del huracán, donde todo a tu alrededor está moviéndose y transformándose a gran escala, y sin embargo tu permaneces en el centro donde hay una paz inmensa, paz que también me ha costado esfuerzos titánicos conservar hasta estos días, y que siendo sinceros, más del 90% de las veces he fracasado para mantenerla. La lucha continua, pero creo llevar una ventaja: nunca soy lo que parezco ser, pero siempre soy el que quiero ser.

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